Entre la proyección regional y la autonomía estratégica
Los Emiratos Árabes Unidos (EAU) se han consolidado en las últimas décadas como un actor clave tanto en Oriente Medio como en la comunidad internacional. Nacida en 1971 como federación de siete emiratos, la unión ha estado marcada por el liderazgo de Abu Dabi y Dubái, cuyo peso político y económico ha definido la trayectoria nacional3 . Desde su fundación, EAU ha buscado equilibrar su integración en el sistema internacional con la preservación de la autonomía de cada emirato.
En política exterior, el país ha pasado de un perfil moderado, centrado en la solidaridad árabe y en el apoyo a causas regionales como la palestina, a una estrategia más asertiva y global. Tras el relevo de liderazgo en los años 2000, Abu Dabi adoptó un papel dominante, impulsando una política exterior que combina poder duro —intervención militar en Yemen, rivalidad con Irán— y poder blando —ayuda al desarrollo, diplomacia cultural y proyección de modernidad.
Hoy, los EAU enfrentan un entorno regional convulso, con tensiones crecientes en torno a Israel y Palestina, la rivalidad con Irán y la necesidad de redefinir su posición frente a potencias como Estados Unidos, China y Rusia4 . Al mismo tiempo, la diversificación económica, la inversión en tecnología y la diplomacia climática son pilares de su proyección futura.
Entre 2023 y 2025, los Emiratos Árabes Unidos han consolidado su estrategia de diversificación y autonomía mediante iniciativas económicas y diplomáticas de alto perfil. Destacando acuerdos comerciales como la firma del Acuerdo de Asociación Económica y Comercial (CEPA) con Ucrania, abriendo nuevas oportunidades de inversión y cooperación tecnológica así como consolidando su proyección internacional del país más allá de la región del Golfo5 , o su papel al respecto de la escalada de tensiones en Cisjordania, subrayando su interés en la estabilidad regional y apostando por un rol emergente como mediador. Paralelamente, la inversión en África se ha intensificado, con proyectos en infraestructura, energía y comercio que buscan consolidar la presencia emiratí en mercados estratégicos. Una apuesta estratégica y ambiciosa que le ha permitido adelantarse a las transformaciones sociales y posicionarse como un actor de peso tanto a nivel regional como en la esfera internacional.
De la federación hacia la autonomía estratégica; giros del s.XXI
La historia de los EAU está marcada por su pasado colonial y por su posición geoestratégica en el Golfo Pérsico. Tras siglos de influencia portuguesa y británica, la retirada de Reino Unido en 1971 abrió la puerta a la formación de la federación. Aunque la idea original contemplaba una unión más amplia que incluyera a Catar y Baréin, estos optaron por la Cooperación del Golfo (CCG), y el uso de la renta petrolera para financiar proyectos de desarrollo regional6 . independencia, y fueron los siete emiratos actuales quienes dieron vida a los EAU. Desde sus inicios, el Consejo Supremo Federal reflejó la tensión entre integración y autonomía. Abu Dabi, gracias a sus recursos petroleros, y Dubái, por su dinamismo comercial, adquirieron un peso determinante. El jeque Zayed, líder de Abu Dabi y primer presidente del país, se convirtió en el principal arquitecto de la política exterior inicial: apoyo a la causa palestina, participación en la Liga Árabe y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), y el uso de la renta petrolera para financiar proyectos de desarrollo regional6.
El cambio de liderazgo a comienzos del siglo XXI marcó un antes y un después. Mohamed bin Zayed, heredero de Abu Dabi, imprimió un estilo más asertivo, en contraste con la diplomacia conciliadora de su padre7 . Los atentados del 11 de septiembre de 2001, en los que participaron ciudadanos emiratíes, tensaron la relación con Estados Unidos pero también abrieron la puerta a una estrecha cooperación en contraterrorismo.Durante la primera década de los 2000, la percepción de Irán como principal amenaza regional se intensificó. Dubái, históricamente más cercano a Teherán por razones comerciales, perdió autonomía tras la crisis financiera de 2008, consolidando a Abu Dabi como epicentro del poder político.
Paralelamente, el gobierno federal endureció su postura hacia los Hermanos Musulmanes y otros movimientos islamistas, considerados un riesgo tanto a nivel interno como externo. El estallido de las primaveras árabes en 2011 supuso un desafío directo a la estabilidad regional. Para los EAU, las revueltas representaban la amenaza de un auge islamista. El país respondió apoyando a fuerzas contrarrevolucionarias en Egipto y Libia, así como reforzando su alianza con Arabia Saudí y participando en la intervención militar en Yemen8.
En paralelo, Abu Dabi intensificó la presión sobre Catar, al que acusaba de apoyar a los Hermanos Musulmanes. Este período consolidó el perfil de los EAU como potencia regional dispuesta a usar la fuerza militar para defender su visión de estabilidad. En los últimos años, los EAU han buscado reducir su dependencia de Estados Unidos, manteniendo la cooperación en seguridad pero explorando nuevas alianzas con China, Rusia y países emergentes. La normalización de relaciones con Israel en el marco de los Acuerdos de Abraham (2020) fue un punto de inflexión: proyectando a los EAU como pioneros en un nuevo paradigma regional, pero también generando reacciones críticas en toda la región MENA.
Al mismo tiempo, la diversificación económica se muestra como un pilar estratégico. Los sectores financiero, turístico y tecnológico han ganado protagonismo, mientras que iniciativas en energías limpias y proyectos de innovación buscan preparar al país para las necesidades de la era post-petróleo9 . Esto contrasta con otros modelos como el de Arabia Saudí; mientras Riad basa su poder en legitimidad religiosa y hegemonía suní, los EAU han apostado por modernidad económica, diplomacia cultural y mediación internacional, construyendo un actor de autonomía estratégica más flexible y proyectado globalmente.
Los Emiratos Árabes Unidos han consolidado un perfil activo en la política internacional, combinando liderazgo económico con mediación en conflictos globales. Además de su CEPA con Ucrania, el país ha promovido inversiones estratégicas en África, fortaleciendo alianzas comerciales y diplomáticas que amplían su influencia fuera del Golfo10 . La innovación tecnológica se ha convertido en un eje central, con proyectos de inteligencia artificial aplicados a ciudades inteligentes y servicios públicos, así como inversiones pioneras en hidrógeno verde como parte de la estrategia de transición energética11 . Una perspectiva de política exterior que integra desarrollo económico, sostenibilidad y diplomacia preventiva, que posiciona a EAU como un actor de peso en la esfera internacional.
Por otro lado, la diplomacia emiratí combina poder blando con proyección cultural y humanitaria. Con ejemplos como la Expo Dubái 2020, el patrocinio de eventos deportivos globales o el uso de la ayuda al desarrollo en terceros estados como herramienta de influencia12.
Sin embargo, esta imagen de modernidad convive con críticas y cuestionamientos en materia de derechos humanos, condiciones laborales de migrantes y restricciones políticas internas. Esta búsqueda de legitimidad es uno de los principales dilemas y tensiones para la política exterior emiratí: cómo equilibrar la proyección de un país moderno e innovador con las limitaciones derivadas de su sistema político y social.
Conclusión
En conclusión, la política exterior de los Emiratos Árabes Unidos ha mostrado una clara evolución desde su fundación en 1971: de un país federal centrado en la cohesión interna y la solidaridad árabe, con un perfil diplomático conciliador bajo el liderazgo del jeque Zayed, hacia un actor regional asertivo bajo Abu Dabi, capaz de combinar poder duro y blando13 . La intervención en Yemen, la rivalidad con Irán, la presión sobre movimientos islamistas y la normalización con Israel a través de los Acuerdos de Abraham reflejan cómo los EAU han consolidado su autonomía estratégica en un contexto geopolítico complejo. De cara a los desarrollos más recientes (2023-2025), se posiciona como un actor con influencia internacional y regional a través de un rol activo de mediación en los conflictos, especialmente en Oriente Medio así como gracias a sus inversiones y acuerdos económicos14 . Pero por otro lado, la coexistencia del proceso de modernización con las críticas internas —cuestiones como derechos laborales, inmigración y restricciones políticas— sigue siendo un desafío central para su legitimidad y sostenibilidad a largo plazo.
CITAS
3 Gutierrez Beaumont, J. (2022). Aproximación a la política exterior contemporánea de los Emirates Árabes (EAU).
4 Antwi-Boateng, O., & Alhashmi, A. A. (2022). The emergence of the United Arab Emirates as a global soft power: current strategies and future challenges. Economic and Political Studies, 10(2), 208-227.
6 Rugh, W. A. (1996). The foreign policy of the United Arab Emirates. The Middle East Journal, 57-70.
7 Ulrichsen, K. C. (2020). Emiratos Árabes Unidos: motores y coordenadas de la política exterior. Anuario Internacional CIDOB, 239-247.
8 Gutierrez Beaumont, J. (2022). Aproximación a la política exterior contemporánea de los Emirates Árabes (EAU).
9 Mina, W. (2008). United Arab Emirates Trade Policy Review. World Economy, 31(11), 1443-1453.
12 Antwi-Boateng, O., & Alhashmi, A. A. (2022). The emergence of the United Arab Emirates as a global soft power: current strategies and future challenges. Economic and Political Studies, 10(2), 208-227.
13 Ulrichsen, K. C. (2020). Emiratos Árabes Unidos: motores y coordenadas de la política exterior. Anuario Internacional CIDOB, 239-247.