La disputa silenciosa por el agua

Lourdes González Grande

Conflictos, desigualdad y cambio climático en torno a un recurso esencial

El ser humano ha seguido siempre el curso del agua. Desde las orillas del Nilo hasta las márgenes del Ganges, desde el Tigris hasta el Rin, las civilizaciones han florecido allí donde había ríos de los que beber, regar o navegar. El agua permitió la vida, definió las rutas del comercio, las fronteras del poder y los ritmos de la historia, estableciendo así un vínculo fundacional que sigue vigente en pleno siglo XXI.

No obstante, mientras la atención internacional se concentra en recursos estratégicos como el litio, el gas o las tierras raras, el agua permanece, demasiado a menudo, como un bien subestimado en los debates geopolíticos. Sin embargo, es el único recurso verdaderamente insustituible; no hay energía, tecnología ni sustituto que reemplace al agua para la supervivencia humana, la producción de alimentos o el sostenimiento de los ecosistemas.

En un mundo afectado por el cambio climático, el crecimiento demográfico y la urbanización acelerada, las fuentes hídricas se han convertido en vectores de poder, vulnerabilidad y conflicto. Más de tres mil millones de personas dependen de cuencas transfronterizas. Y en muchas de ellas, no existen mecanismos jurídicos multilaterales para garantizar un uso equitativo. Es aquí donde entra en juego el concepto de seguridad hídrica, entendido no solo como el acceso al agua, sino como la capacidad de sostener medios de vida, proteger ecosistemas y prevenir emergencias, como sequías, inundaciones o contaminación, en escenarios socioeconómicos complejos.1

Las amenazas al agua son, así, multidimensionales, no solo por su escasez o exceso, sino por la falta de gobernanza, la mala calidad y las desigualdades. Así pues, la seguridad hídrica se convierte en un parámetro estratégico, donde el control del recurso, la infraestructura y la información son tan determinantes como la disponibilidad física del agua.2

¿Puede este recurso ser el catalizador de la próxima ola de inestabilidad global? ¿O se convertirá, al contrario, en un motor de cooperación y diplomacia?

Agua, Clima y Asimetría 

Aunque el 70% de la superficie terrestre está cubierta por agua, solo el 2,5% es dulce, y menos del 1% está disponible directamente para el consumo humano.3 Ahora bien, lo que convierte al agua en un recurso crítico no es solo su escasez física, sino también su distribución desigual. En países ecuatoriales como Papúa Nueva Guinea, las lluvias superan los 3.000 l/m² al año, mientras que en regiones como Egipto o Arabia Saudí apenas alcanzan los 100.4 Es por ello que, más de 1.900 millones de personas viven hoy bajo situaciones de estrés hídrico o escasez absoluta.5

Esta desigualdad se ha visto, además, agravada por el cambio climático. En el Sahel, las temperaturas aumentan un 50% por encima de la media global. Las sequías más prolongadas, junto con inundaciones cada vez más frecuentes, están deteriorando los suelos, desplazando comunidades e impulsando crisis alimentarias.6 Asimismo, en la cuenca del lago Chad, el retroceso del 90% de su superficie ha dejado a millones de personas en situación de inseguridad extrema debido a la destrucción de ecosistemas y, con ello, de modos de vida y vínculos sociales.7

Pero la desigualdad hídrica no es solo climática o natural, también es política. Como explican Zeitoun y Warner, los Estados con mayor control sobre la cabecera de los ríos o con más capacidad técnica imponen formas de hidrohegemonía que emplean como herramientas de poder.8

En este contexto, el acceso al agua ya no depende únicamente de la lluvia o los acuíferos; también las decisiones humanas, las infraestructuras y las relaciones de poder configuran la geopolítica del agua.

El Agua como Eje de Conflictos Internacionales 

En muchas regiones del mundo, el agua ha pasado de ser un bien compartido a convertirse en una fuente de fricción. Las cuencas fluviales transfronterizas condensan hoy buena parte de las tensiones estructurales entre desarrollo, soberanía y seguridad hídrica. Ejemplos como el Nilo, el Tigris-Éufrates, el Mekong o el caso sirio vislumbran, pues, escenarios de desequilibrios sistémicos y geográficos que reconfiguran el acceso al agua como una expresión de poder.

Más del 90% del abastecimiento hídrico egipcio proviene del Nilo, cuyo principal afluente, el Nilo Azul, nace en Etiopía y aporta más del 80% del caudal total.9 Históricamente, Egipto ha mantenido una posición de privilegio sobre el reparto del agua gracias a los tratados de 1929 y 1959, firmados sin participación etíope, que le otorgaban derechos de veto y una cuota fija del caudal.10 Sin embargo, la construcción de la Gran Presa del Renacimiento Etíope (GERD), iniciada en 2011, rompió ese equilibrio. Mientras que Etiopía lo considera esencial para su desarrollo energético, Egipto, por el contrario, teme que el llenado reduzca el caudal en años de sequía, calificando esto, en consecuencia, como una amenaza existencial.11 En este sentido, diversas negociaciones promovidas por la Unión Africana fracasaron en 2021, en parte por la negativa etíope a aceptar un acuerdo legal vinculante sobre el llenado y gestión de dicho embalse.12

Una lógica similar se repite en los ríos Tigris y Éufrates. Ambos nacen en Turquía y son vitales para Siria e Irak. Desde los años ochenta, Ankara impulsa el ambicioso Proyecto de Anatolia Sudoriental (GAP), que incluye la construcción de 30 grandes presas.13 Las más significativas -Atatürk, en el Éufrates, e Ilisu, en el Tigris- han reducido en más del 50% el caudal que llega a Siria e Irak. Turquía justifica su posición como una extensión de su soberanía nacional. En palabras del expresidente turco Suleyman Demirel: “el agua es de los turcos como el petróleo es de los árabes”.14 Irán, por su parte, ha desviado afluentes del Tigris como el Alwand o el Zab sin acuerdos con Irak.15 Entre las numerosas consecuencias se encuentran el retroceso de las marismas, crisis agrícolas y conflictos a nivel local por el agua, sumado a la previsión del Ministerio de Recursos Hídricos iraquí de un déficit de 10,8 mil millones de m³ para 2035.16

En Asia, el Mekong representa uno de los escenarios más complejos y asimétricos. El río atraviesa seis países – China, Birmania, Laos, Tailandia, Camboya y Vietnam – y sustenta a más de 60 millones de personas mediante la pesca, la agricultura y la generación hidroeléctrica.17 En las últimas dos décadas, China ha construido 11 grandes presas en el tramo alto -Lancang- sin consultar a los países que se encuentran aguas abajo. Así, Pekín alega que sus infraestructuras ayudan a regular el caudal en periodos de sequía, pero estudios independientes y denuncias de gobiernos ribereños apuntan a que han agravado la escasez estacional, alterando los ciclos ecológicos y desplazando sedimentos esenciales para la fertilidad agrícola.18

Simultáneamente, Laos ha adoptado un papel central en la transformación del río. Con el apoyo de empresas chinas y tailandesas, el país promueve una política de desarrollo hidroeléctrico agresivo para convertirse en la “batería del sudeste asiático”.19 Proyectos como Xayaburi, Don Sahong y Pak Beng han supuesto el desplazamiento de miles de personas, la pérdida de medios de vida rurales y una caída drástica en la pesca fluvial.20 En Camboya, el colapso ecológico del lago Tonlé Sap ha provocado migraciones y una inseguridad alimentaria creciente.21 Frente a ello, la Comisión del Río Mekong carece de autoridad vinculante y China solo participa como observador; una situación, además, que se ha visto empeorada con la creación por parte de Pekín de la Cooperación Lancang-Mekong, y que ha consolidado un modelo de gobernanza paralela. Estados Unidos ha intentado contrarrestar esta hegemonía con apoyo a países como Vietnam, pero su influencia sigue siendo limitada frente al peso político y económico de China.22

Otro ejemplo de la importancia estratégica del agua se observa en el caso de Siria. Entre 2006 y 2010, una sequía histórica (la peor en 900 años según la NASA) devastó la producción agrícola del noreste del país, arrasando cultivos de trigo, reduciendo el ganado y empujando a más de un millón y medio de personas a la pobreza extrema.23 Alrededor de 40.000 familias se desplazaron hacia ciudades ya colapsadas, alimentando tensiones sociales que posteriormente desembocarían en las revueltas de 2011. Así, este colapso tuvo  su origen estructural en décadas de política hídrica intensiva y mal planificada, agravadas paulatinamente por el cambio climático. La promoción de cultivos altamente consumidores de agua, los subsidios al diésel y la proliferación de pozos ilegales aceleraron el agotamiento de los acuíferos.24 A nivel regional, Siria sufría además la reducción del caudal del Éufrates debido a las presas turcas, las cuales no contaban con acuerdos eficaces de reparto. En este sentido, estudios posteriores han confirmado que la sequía, agravada por el cambio climático, fue uno de los factores que catalizaron el estallido de un conflicto armado que aún perdura.25

Conclusiones 

El agua es un bien imprescindible para la vida humana, pero también constituye un recurso profundamente geopolítico y estratégico implicado en las configuraciones de poder del siglo XXI. Así, en contextos donde las cuencas fluviales son compartidas, pero no existen marcos vinculantes de cooperación, el control del caudal, de las presas o de los sedimentos, se convierte en una herramienta silenciosa de presión.

Fenómenos como la hidrohegemonía permiten a los Estados con mayor capacidad técnica o una posición geográfica privilegiada imponer sus intereses, muchas veces a costa de la seguridad hídrica del resto. El agua fluye entre territorios, pero también arrastra decisiones políticas, asimetrías históricas y vulnerabilidades climáticas.

En este escenario, el cambio climático actúa como un multiplicador de tensiones. Las lluvias son más erráticas, las sequías más severas, y los fenómenos extremos más frecuentes. En muchas regiones, la incertidumbre se ha instalado: ya no es cuestión de si habrá una nueva crisis, sino de cuándo.

Frente a ello, resulta urgente avanzar hacia mecanismos de gestión compartida que reconozcan tanto la interdependencia entre países como los límites ecológicos de cada cuenca. Si el agua es cada vez más un campo de disputa, también puede ser un punto de encuentro.


1 Real Instituto Elcano. (2023). Europa bajo la lupa del agua: retos y seguridad hídricahttps://www.realinstitutoelcano.org/comentarios/europa-bajo-la-lupa-del-agua-retos-y-seguridad-hidrica/

2 iAgua. (2021). La seguridad hídrica ante amenazas multidimensionales a escala globalhttps://www.iagua.es/noticias/redaccion-iagua/seguridad-hidrica-amenazas-multidimensionales-escala-global

3 Food and Agriculture Organization of the United Nations. (2022). AQUASTAT databasehttps://www.fao.org/aquastat/

4 Política Exterior. (2023). La era del aguahttps://www.politicaexterior.com/articulo/la-era-del-agua/

5 UN Water. (2023). Water scarcityhttps://www.unwater.org/water-facts/scarcity/

6 Naciones Unidas. (2023). El cambio climático y la inestabilidad van mano a mano en el Sahelhttps://unric.org/es/el-cambio-climatico-y-la-inestabilidad-van-mano-a-mano-en-el-sahel/

7 ONU Medio Ambiente. (2022). Lago Chad: historia de un lago que desaparecehttps://www.iagua.es/noticias/onu/lago-chad-historia-lago-que-desaparece

8 Zeitoun, M., & Warner, J. (2006). Hydro-hegemony – A framework for analysis of trans-boundary water conflicts. Water Policy, 8(5), 435–460. https://doi.org/10.2166/wp.2006.054

9 Política Exterior. (2023). La era del aguahttps://www.politicaexterior.com/articulo/la-era-del-agua/

10 González, R. (2020, agosto 11). La guerra improbable entre Etiopía y Egipto por el agua del Nilo. Política Exterior. https://www.politicaexterior.com/la-guerra-improbable-entre-etiopia-y-egipto-por-el-agua-del-nilo/

11 International Crisis Group. (2019). Bridging the Nile Divide: Can Egypt, Ethiopia and Sudan Reach a Deal on the GERD? https://www.crisisgroup.org/africa/horn-africa/ethiopia/271-bridging-gap-nile-waters-dispute

12 Política Exterior. (2023). La era del aguahttps://www.politicaexterior.com/articulo/la-era-del-agua/

13 Atalayar. (2023). Turquía corta el agua del Éufrates y el Tigrishttps://www.atalayar.com/articulo/reportajes/la-crisis-del-agua-en-oriente-medio/20210716092812152110.html

14 Ibid.

15 Deutsche Welle. (2020, 6 de octubre). La construcción de presas agrava la escasez de agua en Medio Oriente. DW. https://www.dw.com/es/la-construcción-de-presas-agrava-la-escasez-de-agua-en-medio-oriente/a-55173147

16 ANF Español. (2025, 26 de mayo). La crisis del agua se agrava en Irak: se registró el nivel más bajo en 80 añoshttps://anfespanol.com/europa/la-crisis-del-agua-se-agrava-en-irak-se-registro-el-nivel-mas-bajo-en-80-anos-53961

17 Tek Vannara, citado en El País (2017). El agua como fuente de conflicto en el Mekonghttps://elpais.com/especiales/2017/planeta-futuro/rio-mekong/

18 Eyler, B. (2025). Un río herido: el Mekong y la amenaza que se cierne sobre el Sudeste Asiático. National Geographic. https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2025/02/nieve-convertido-serio-problema-grandes-lagos-estados-unidos

19 Deetes, P. (2017). Citado en El País. Ibid.

20 Ibid.

21 Isa, R. (2025). Citado en National Geographic. Ibid.

22 El Salto Diario. (2025). Intereses cruzados en el río Mekonghttps://www.elsaltodiario.com/china/intereses-cruzados-en-el-rio-mekong

23 Romero, T. (2019). La sequía en el origen de la guerra de Siria. El Orden Mundial. https://elordenmundial.com/la-sequia-en-el-origen-de-la-guerra-de-siria/

24 Ibid.

25 National Geographic. (2015). ¿Cómo contribuyó el cambio climático a la guerra de Siria? https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2015/03/como-contribuyo-el-cambio-climatico-la-guerra-de-siria