Brais Rodriguez Gude
En octubre de 2023, Hamás perpetró el ataque más brutal registrado hasta la fecha en territorio israelí.1 Este hecho incrementó significativamente la tensión en la región, y la atención internacional se centró rápidamente en Irán como posible actor clave en la escalada del conflicto. En ese contexto de agitación geopolítica, el autor se encontraba frente a una decisión personal: seleccionar uno entre los 180 países disponibles a través de una beca que le permitiría residir en el extranjero durante un año académico.
Esta situación llevó al autor a formular una serie de preguntas fundamentales: ¿existe aún algún país que no aspire a convertirse en una réplica del modelo occidental? ¿Un lugar donde no todos trabajan como consultores, gestores de proyectos o especialistas en marketing digital? ¿Dónde el mito, la tradición y la historia prevalecen sobre el confort moderno y los algoritmos de las redes sociales? En ese marco, Teherán surgía como una anomalía. Sin embargo, al llegar, la sorpresa fue otra: también allí, muchos anhelan formas de vida propias del modelo occidental.
En septiembre de 2024, las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) llevaron a cabo una operación dirigida contra militantes de Hezbollah, eliminando a decenas de ellos mediante la inserción de explosivos en su equipamiento, incluyendo dispositivos como walkie-talkies y buscapersonas.2 De manera simultánea, esta información fue transmitida dentro del territorio iraní por BBC Persia, un canal de televisión de origen británico que emite su contenido en idioma persa. Esto suscita una serie de preguntas: ¿tiene la BBC una presencia oficial en Irán? ¿Está su señal sujeta a censura por parte del régimen? ¿Cuál es el grado de penetración de esta cadena en la vida cotidiana iraní?
Lo cierto es que las imágenes y reportajes transmitidos por BBC Persia tienen muchas veces un tono irónico o incluso humorístico. Un ejemplo ilustrativo de esta aproximación se observó en la cobertura sobre militantes de Hezbolá eliminados por Israel, en la que se difundieron grabaciones provenientes de cámaras de seguridad ubicadas en espacios públicos —como tiendas, supermercados o calles— que mostraban a los fallecidos poco antes de ser identificados como objetivos. Esta situación revela una compleja paradoja: la difusión de contenidos sensibles en un perfecto persa mediante una emisora occidental, en un país con estrictos controles mediáticos por parte del régimen. Esta relación ambivalente entre Irán y la BBC no es algo reciente, sino que tiene raíces profundas que se remontan a la década de 1940.
Soft Power
Joseph S. Nye Jr., exdecano de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard, fue el primero en conceptualizar el término soft power, hoy ampliamente utilizado en los estudios de relaciones internacionales. En sus propias palabras:
“Un país puede obtener los resultados que desea en política internacional porque otros países —al admirar sus valores, emular su ejemplo, aspirar a su nivel de prosperidad y apertura— desean seguirlo. En este sentido, también es importante establecer la agenda y atraer a otros actores en la política mundial, no solo obligarlos a cambiar mediante amenazas militares o sanciones económicas. Este soft power —lograr que otros deseen los mismos resultados que tú— coapta a las personas en lugar de forzarlas”.3
BBC Persia actúa como herramienta en esta lógica de atracción. Emitida desde Londres, su programación es producida en gran medida por periodistas iraníes en la diáspora, muchos de ellos marcados por experiencias personales o convicciones ideológicas que los sitúan en una posición crítica respecto al régimen de Teherán. No se trata solo de un proyecto mediático: se enmarca en una batalla por la narrativa y el imaginario político de la región.
Es necesario recordar que la Revolución Islámica de 1979 no representó únicamente un cambio de régimen, sino también el colapso del intento del Sha Mohammad Reza Pahlaví de imponer, desde arriba, un proceso de occidentalización y secularización.4 Este intento de redefinición identitaria —sustituyendo el islam como elemento central por una mitología nacional preislámica— fue percibido por amplios sectores de la sociedad como una forma de alienación y traición cultural.
Teherán, 5 de octubre de 2024. Tres días tras la operación Promesa verdadera 2. Fuente: autor
Hoy en día, se estima que entre dos y tres millones de iraníes residen fuera del país.5 ¿A quién se dirige entonces BBC Persia? Sin duda, a esta diáspora, pero también —y quizás de forma más significativa— a los millones de iraníes que permanecen en el país y que consumen contenidos en persa con una mirada cada vez más atenta a Occidente.
Resulta revelador que, pese a los constantes esfuerzos del régimen por censurarla, BBC Persia siga emitiendo en Irán. A lo largo de los años, las autoridades iraníes han recurrido a todo tipo de métodos para silenciarla —bloqueo de frecuencias, filtrado web, intimidación—, pero la cadena ha logrado mantener su presencia: sus emisiones siguen siendo accesibles por satélite y su web sigue operativa dentro de Irán. Incluso sus periodistas, desde el Reino Unido, han sido objeto de amenazas directas, lo que da cuenta del alcance y la incomodidad que genera su labor informativa.6
Si, como plantea Nye, el soft power consiste en lograr que otros deseen los mismos objetivos que uno mismo, la pregunta que se impone es inevitable: ¿cuáles son, entonces, los objetivos del Reino Unido al sostener una plataforma como BBC Persia?
Guerra cultural a 6.000 kilómetros del frente
“No tenemos aliados eternos ni enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y es nuestro deber seguir esos intereses”. Lord Palmerston
BBC Persia fue fundada en 1940, en plena Segunda Guerra Mundial, con un objetivo claramente definido: contrarrestar la influencia del Eje en Irán mediante el uso de la lengua persa. En aquel momento, Reza Sha, fundador de la dinastía Pahlaví, mostraba una actitud ambigua hacia el Eje, algo que el Reino Unido consideraba potencialmente desestabilizador. En este contexto, Londres necesitaba neutralizar esa deriva sin optar de inmediato por una ocupación militar directa.7 El gobierno británico recurre a la radio en persa como una herramienta de guerra psicológica, diseñada desde el inicio como un instrumento de modelado discursivo, orientado a debilitar simpatías pro-alemanas y reforzar la narrativa aliada. No hubo nada de espontáneo en aquel despliegue comunicacional. Las emisiones de BBC Persia ofrecieron la versión aliada del conflicto y contribuyeron a preparar el terreno para la ocupación anglo-soviética de Irán en 1941, que derivó en la abdicación de Reza Shah en favor de su hijo. Fue una operación mediática estratégica que acompañó, e incluso precedió, a la intervención militar: una muestra temprana de lo que más tarde Nye conceptualizaría como soft power.
En el presente, BBC Persia se percibe como una fuente de información relevante para amplios sectores de la diáspora y ciertos disidentes dentro del país., Sin embargo, entre estos persiste una sospecha — no del todo infundada— de que se trata, en última instancia, de una herramienta occidental8. Durante los años 70, la cadena mantuvo una línea editorial caracterizada por su posición crítica del Sha Mohammad Reza Pahlaví, alineándose con el enfoque de la administración estadounidense de Jimmy Carter.9 Ya entonces, en su versión radiofónica, BBC Persia denunciaba violaciones sistemáticas de derechos humanos. El propio monarca hizo saber al embajador británico en Teherán, Anthony Parsons, que la BBC era “su enemigo número uno”.10
Uno de los episodios más reveladores fue la decisión de retransmitir los discursos del Ayatolá Jomeiní, en aquel momento exiliado en París. Esta acción provocó cierto desconcierto e incredulidad en la embajada británica. Parsons trató de transmitir esta preocupación al gobierno británico, pues a su juicio, dicha cadena estaba perjudicando la estabilidad de su mayor aliado en la región. La respuesta oficial del gobierno, sin embargo, fue que la BBC Persia transmitía los valores de Reino Unido, siendo uno de sus valores fundamentales la libertad de expresión. Además, clarificaron que la BBC era un canal financiado por el gobierno, sí, pero completamente independiente editorialmente.
“ En aquel momento, la BBC era también una de las pocas distracciones que tenían las familias iraníes durante los cortes nocturnos de electricidad, gracias a las radios que funcionaban con pilas. El propio Sha se quejó en varias ocasiones a Parsons, comentando que empezaba a creer que los británicos estaban coqueteando con la oposición. Sin embargo, temiendo que eso pusiera en peligro sus relaciones con Francia y el Reino Unido, el Sha se opuso a los intentos del ejército de expulsar a los corresponsales de la BBC, así como a los de Le Monde y Radio France”.11
Paradójicamente, la Revolución Islámica de 1979, cuyas fases iniciales contaron con cierta tolerancia mediática por parte de la BBC, dio lugar a un régimen teocrático profundamente antioccidental. Esto hace difícil pensar que la revolución islámica beneficiase de algún modo a Occidente. Poco después de la caída del Sha, Irán pasó a ser considerado uno de los principales antagonistas estratégicos de Estados Unidos y sus aliados, llegando a secuestrar diplomáticos estadounidenses. Poco después de que Jomeiní tomase el poder en 1979, las potencias occidentales -Estados Unidos, Francia y Reino Unido- llegaron a prestar ayuda a Saddam Hussein durante la guerra entre Irak e Irán (1980-1988)12. Actualmente, la República Islámica de Irán es uno de los principales enemigos de Occidente.
BBC Persia ha sido históricamente la voz de ciertos valores ilustrados -libertad de prensa, crítica política, secularismo- que no siempre se alían con los intereses estratégicos del Estado británico. El soft power que proyecta parece ser menos el resultado de una estrategia calculada que el producto colateral de un ecosistema liberal de medios.
Lo que resulta difícil de discernir no es si BBC Persia actúa como herramienta de influencia británica -algo que resulta evidente si se analiza su impacto y contenido-, sino si actúa siguiendo directrices explícitas del gobierno o si, desde su propia lógica liberal y autonomía editorial, produce efectos similares a los que tendría una operación de propaganda sofisticada, aunque con errores ocasionales. Tal vez, como sugiere Nye, ahí resida el poder del soft power: en una seducción no planificada, en la que periodistas iraníes exiliados comunican sin filtros ni censura, pero cuyas voces no . contradicen los intereses británicos, sino que los legitima.
Caos funcional y seducción
Existen muchas teorías sobre las verdaderas intenciones que guían a cada actor global. Algunas de ellas son plausibles, otras se basan en suposiciones difíciles de verificar. Sin embargo, lo que resulta más desconcertante es que, incluso en ausencia de un diseño y una planificación clara y coherente, el modelo occidental continúa generando efectos políticos de gran profundidad.
La democracia liberal -un sistema de libertades diseñadas, limitadas, pero sustanciales- produce consecuencias que no siempre se alinean con los intereses estratégicos de los estados. Los cambios de gobierno regulares, los mandatos frágiles, y la autonomía de las élites académicas y mediáticas. genera una política exterior que en ocasiones puede resultar errática, no siempre pragmática, a veces idealista o incluso destructiva y que es inherente de este modelo.
Y, sin embargo, algo en esa configuración —aparentemente caótica— logra ejercer una poderosa atracción. Sin embargo, esta atracción no se manifiesta necesariamente en la adopción formal de instituciones o marcos ideológicos, sino que se transmite por los referentes culturales, en los estilos de vida y en los ideales de futuro. Convence a los urbanos de Teherán, que visten ropa de estilo occidental y conducen motocicletas Harley-Davidson. También convence a los jóvenes con vaqueros ajustados y zapatillas de marca Adidas, y a los que organizan fiestas clandestinas y comparten su vida por redes sociales. Y esto es exactamente, lo que busca Reino Unido. El soft power occidental no impone; se filtra. No requiere de una política exterior agresiva, sino de una presencia simbólica persistente, que modela aspiraciones individuales y, a medio plazo, incide sobre el tejido político nacional.
Occidente, con sus fallos y contradicciones, seduce.
Conclusión
Una respuesta clásica, casi intuitiva, a la razón de ser de los Estados ha sido esta: permitir que una determinada forma de vida se exprese en el mundo. Esta forma de vida en el Estado abarca sus ritos, su visión mítica, su lengua, sus usos y costumbres. Las diferencias en estas han sido históricamente causas de conflictos, y no necesariamente conflictos reglados por la Convención de Ginebra, sino también conflictos cotidianos entre vecinos, ciudades, o comunidades de todo tipo.
El concepto de soft power ha introducido una alternativa a la lógica de la confrontación. Su mayor hallazgo no ha sido únicamente ofrecer una vía no coercitiva de influencia, sino plantear la posibilidad de reducir esas diferencias a través de la atracción cultural. ¿Y si todos compartiéramos los mismos referentes culturales? ¿Si todos aprendiéramos a ver en series como Friends un modelo aspiracional de vida urbana? ¿Si consumir un macchiato en cadenas internacionales como Starbucks, escuchar música pop o ver películas de Marvel constituyera un lenguaje común? Si el modelo de hombre de todo el planeta es similar, lo lógico será que demande lo mismo en cualquier parte del mundo.
En este esquema, la cultura ya no es sólo expresión de identidad: es vehículo de convergencia. Cuando el ideal de sujeto se vuelve global, las demandas políticas tienden a homogeneizarse. El ciudadano de Teherán, en tanto consumidor de los mismos bienes simbólicos que el de Madrid, Tel Aviv o Bruselas, no tarda en exigir formas similares de representación, libertad y acceso. El modelo de vida deseado empieza a ser compartido, incluso cuando los regímenes políticos aún no lo son.
En ese sentido, gran parte de la población iraní ya responde a las lógicas de esta convergencia cultural. Pese a los estereotipos persistentes en Occidente, muchas de sus prácticas cotidianas, aspiraciones y códigos afectivos ya operan dentro del imaginario global. No es descabellado pensar que, con el tiempo, la disonancia entre gobernantes y gobernados se torne insostenible, y que la transformación política no responda tanto a presiones externas como a una demanda interna de coherencia con los valores que, en lo cotidiano, ya están presentes.
La homogeneización cultural no elimina el conflicto, pero sí lo desplaza. El soft power no impone una ideología, sino un horizonte de deseo y atracción. Y es desde ahí donde opera su eficacia.
1 Priego, A. (2024, 17 de octubre). El 7-0: La Quinta Guerra Árabe Israelí o la segunda parte de la Guerra del Yom Kippur. Ministerio de Defensa – CESEDEN. https://www.defensa.gob.es/ceseden/-/el_7_0_la_quinta_guerra_arabe_israeli_o_la_segunda_parte_de_la_guerra_del_yom_kippur-1
2 Berg, R. (2024, 23 de diciembre). Ex-Israeli agents reveal how Hezbollah pager attacks were carried out. BBC News. https://www.bbc.com/news/articles/cwy3l02wxqdo
3 Nye, J. S. (2004). Soft power: The means to success in world politics. PublicAffairs.
4 Axworthy, M. (2014). Revolutionary Iran: A history of the Islamic republic. Choice Reviews Online, 51(07), 51-4026. https://doi.org/10.5860/choice.51-4026
5Lorenzi, D., & Lorenzi, D. (2024, 18 marzo). Iranian diaspora. SURFIRAN. https://surfiran.com/mag/iranian-diaspora/#:~:text=of%20the%20world,What%20we%20are%20talking%20about%20when%20we%20say%20the%20%E2%80%9CIranian,)%20rather%20than%20%E2%80%9CIranian.%E2%80%9D
6Reporting Iran: Inside BBC Persian – A new documentary offers a candid look at BBC Persian journalists at
work. (s. f.). Media Centre. https://www.bbc.com/mediacentre/2023/reporting-iran-inside-bbc-persian
7 Sreberny, A., & Torfeh, M. (2014). Persian Service: The BBC and British Interests in Iran. http://ci.nii.ac.jp/ncid/BB17983106
8 Amanat, A. (2017). Iran: A modern history [Kindle version]. Yale University Press.
9 Gil Guerrero, J. (2016). The Carter administration and the fall of Iran’s Pahlavi dynasty (1.a ed.).
10Sreberny, A., & Torfeh, M. (2014). Persian Service: The BBC and British Interests in Iran. http://ci.nii.ac.jp/ncid/BB17983106
11Gil Guerrero, J. (2016). The Carter administration and the fall of Iran’s Pahlavi dynasty (1.a ed., pag. 111).
12 Guyon, A. (2024). [Reseña del libro The Achilles Trap: Saddam Hussein, the C.I.A., and the origins of America’s invasion of Iraq, de S. Coll]. Politique Étrangère, 242(2), 210. https://doi.org/10.3917/pe.242.021